PEREGRINAR AZTECA: Triunfal Llegada a Tenochtitlán (Parte 4)

Manos a la cartera, mi primer presentimiento. Como siempre, cuando mencionamos que iremos a la capital "siglas", ¿A qué? ¿Tú solo? ¿No te da miedo?, son las primeras expresiones del interlocutor. Mala suerte, fue la primera palabra que salió de mi boca. Maldita mala suerte. El tiempo corría. Empezaba a tener náuseas. Después de los tres minutos más largos de toda mi, en ese momento, patética existencia, por fin todo volvió a la normalidad. Increíble, todos tienen la misma expresión de indiferencia. Fue evidente que era el único provinciano en ese vagón. Siguiente estación "nito el zapoteco por el respeto al derecho ajeno". Para mi sorpresa, me pareció que ese apagón fue un milagro, la serpiente iba como si el mismo diablo la estuviera controlando. Recuperamos velocidad. Mis esperanzas comenzaron a aumentar. Faltaban 13 estaciones. Ahora la gente bajaba y casi nadie subía. Todo había cambiado, ya había escasez de personas. En las estaciones ya no había moles de gentes. Poco a poco fui sintiendo mi libertad. Benito Juárez tuvo razón. Fue algo mágico. Sin embargo aún no era capaz de moverme a mis anchas, mis pies estaban dormidos y mi trasero acalambrado. Me desesperé. Me aburría. Veía tras los cristales los rostros de los demás mexicas. Era totalmente monótono. No podía prender mi "dos letras un número marca suiza" porque se le agotaría la batería y aún quedaba un largo camino por recorrer. Como pude, traté de zafar mi mano prisionera por el señor "olor aliento de putrefacción" de mi izquierda y la metí en mi morral. Tenía mi arma secreta para el peor momento de desesperación. Tomé el libro en francés "L'arrache-coeur" que llevé conmigo, mismo que tenía que terminar en una semana. Comencé a leer y me perdí durante varias estaciones. Respiraba. Leía. Soñaba. Trataba de entender el contexto de las palabras que no comprendía. Analizaba. Seguía sin comprender, ya que no entendía el contexto. Era ridículo. En un momento me perdí totalmente en la lectura. Ya no entendía quién era quién. ¿Quién era yo? No lo sabía. ¿A dónde me dirigía? Seguía sin saberlo. Mi arma secreta ahora era inservible y peor de aburrida. No tenía sentido alguno si ya no entendía. De repente mi alegría creció. Maravillosamente habían pasado varias estaciones, pronto dejaría a un lado ese pestilente vagón y podría despertar a mi trasero que tanto se había reprimido las ganas de roncar. Era la colitis, no había almorzado como debía. Siguiente estación "lugar de coyotes". ¿En verdad? Sentí un fuerte deseo por salir y volver a encontrarme con ese lugar. Ir a la "Casa Azul". Experimentar esas sensaciones de convivir con el pasado. Apreciar a Frida Kahlo. Leer a Hugo Argüelles. Creerme Siqueiros tratando de asesinar a un bolchevique. O simple y sencillamente saborear un delicioso café o quizás un helado. Un helado. He-La-Do. Era lo que en realidad deseaba. Helado. Algo fresco. En mi sopor dejé pasar esa oportunidad. Siguiente estación "el Apóstol del Árbol". Estación tras estación veía algunos rostros curiosos. Otros eran sumamente perfectos. Otros estaban aún dormidos y mostraban el odio de tener que madrugar para ir a cumplir con sus obligaciones. Como dicen por ahí, si lo disfrutas entonces no es trabajo. Recordé que en las primeras estaciones los de adentro de la serpiente eran totalmente inexpresivos, mientras que los de afuera tenían un rostro de maldición, no voy a llegar; que estupidez, ya es tarde; ¿me dan permiso de pasar?; alguien que se apiade y me deje entrar -seguramente era algún provinciano; ¿me dan pan?; pobres engreídos sólo porque están adentro se creen tener el derecho de mirar de esa forma, descarados; y demás miradas que de vez en cuando me hacían reír para mí mismo. Ahora ya no había rostros que mirar. Ya había libertad. No me podía mover, si lo hacía sentiría ese hormigueo que ocurre cuando se te duerme una extremidad, como si fueran unas cosquillas. Empecé a ver asientos vacíos, pero había gente de pie. No entendía porque no se sentaban. Si fuera como los camiones de mi ciudad, y habríamos peleado por un lugar. Siguiente estación "no se ni me interesa, ya me quiero bajar". Ahora me percaté de que había puros estudiantes a mi alrededor. Mochilas. Jóvenes leyendo. Escuchando sus aparatos "dos letras un número" marca ATME, marca SANCHO, marca "dos siglas", marca ZONBY, y demás. Otros llevaban sus apuntes de aritmética y algebra. Ellos sólo los veían como pensando, que estupidez, no puedo hacer nada más que admirar mis garabatos. Los que tenían ventaja eran aquellos que llevaban apuntes de sociales, puesto que no tenían que hacer otra cosa más que leer. No necesitaban calculadoras, sólo debían leer. Biología. Ciencias sociales. Diseño arquitectónico. Francés. Inglés. Español. Era un mundo de ensueño para el estudiante teto. Era un mundo de ensueño para mí. Sabía que pronto volvería lo divertido. Pronto dejaría ese agobiante vagón. No me di cuenta cuando había bajado el señor pestilente. Ni la muchacha que leía su periódico. Ni los volcanes que bien exploré. Estudiantes, nada más estudiantes. Me sentí en mi hogar. En mi casa. Próxima estación "Universidad". "Más siglas" me esperaba.
Observé a los demás estudiantes. No sabía hacia dónde ir. La serpiente naranja se detuvo. Todos salimos. Me dejé llevar. Esta vez ignoré mi chancla y me dejé guiar por mis semejantes. Ellos deben conocer bien el camino. Me llené de alegría. Subí unas escaleras. Caminé en línea recta. Crucé el peculiar aparatito que limita las entradas de los lugares y que para pasa debes hacerlo girar. Problema. Había dos caminos. El río de gente se bifurcaba. ¿Derecha? ¿Izquierda? ¿Precipicio? ¿Regresar? No, regresar no, ya pasé la ruedita de metal. Me asomé al precipicio y vi enormes hileras de microbuses. Izquierda, pensé. Me cohibí. Tan fácil que es preguntar. ¡No! Mantén tu orgullo. Tienes tiempo. Explora. Investiga. A la izquierda no veía nada. A la derecha tampoco. Tengo un presentimiento. Dos pasos en reversa. Pisa a un estudiante. Pide disculpas. Voltea. Camina. Mejor a la derecha. Sigue recto. Baja las escaleras. Para mi sorpresa me topé con un laberinto. Sí, era un laberinto de puestos ambulantes. Deberían poner señalamientos, sugerí. Pilas. Objetos piratas. Comida. Mucha comida. Artículos escolares. ¡Claro! Es por aquí. Pero ¿dónde? A la derecha, comida. A la izquierda, más comida. Dos estudiantes. No me quedó otra más que seguirlos. Frente a mí estaba una reja y dos guardias. Lo hice, llegué. Uno de ellos me extendió la mano. Me va a saludar, que atentos, pensé. Alargué mi mano, la tomo con delicadeza, la giró palma arriba y me colocó una gota de gel antibacterial. Por la influenza, me dijo.
Después de frotarme hasta el mínimo residuo llegó mi siguiente problema. No veía mas que árboles. Había varias paradas de camiones de diferentes colores. Una voz estilo película Karate Kid me dijo, caa-mii-oon-vee-rrr-deee. Sí, ruta 3. Había tres tonos de verde. Verde manzana. Verde bandera. Verde pistache. Por qué si habiendo una amplia gama de colores, por qué por un demonio tienen que repetir, maldije. Seguí mi intuición. Como mi suerte desde un principio me sonreía, sucedió lo esperado, mi camión era la última fila. Se acababa de ir. Me formé en la cola diminuta compuesta por dos personas. ¿Debo pagar? ¿Cuánto costará? Dejé pasar a otras tres personas. Cuando paguen, fíjate para que no cometas la naquez. ¿Cuánto? ¿Cuánto? Saco diez pesos y ya que me dé cambio. ¿Y si no cobran? De pronto ese cuestionamiento existencial se vería opacado por otro peor. Mi cuerpo respondía. Hacía frío. Me comenzó a calar hasta los huesos. Un baño. Urge. Baño. Baño. Baño. Me dieron unas poderosas, inigualables e inaguantabes ganas de miccionar...
3 Responses
  1. Unknown Says:

    jajaja, esta es la parte que más gracia me ha causado!! y gracias por atender mis sugerencias de volver con el mismo estilo narrativo!!


  2. KaWoRuTaTy Says:

    HAHAHA ps si también sentí que cambió la forma en como estaba narrando las cosas, un poco mas introspectivas, pero pues ¿Qué se puede esperar de acción hora y media en un concurrido metro? Sólo queda observar y grax por compartir conmigo el aburrimiento de ese trayecto hahaha

    Grax x tus comments Grekh


  3. Sara Says:

    jaja ay kaworutaty qué historia tan más larga jajajaja, mira de que me haces reir me haces reir pero luego me pongo a pensar en la gente que criticas y digo "pobrecitos" jajajaqué malo. buenas historias, ah y ya te respondí


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