PEREGRINAR AZTECA: Encuentro Mexica (Parte 2)



Pasadas 5 horas en la misma posición no le queda al cuerpo más que comenzar a quejarse por medio de los bien conocidos calambres. Las piernas hormigueaban, seguidas por una tortícolis que no auguraba un futuro alentador. Al abrir los ojos pude observar a que no era el único guerrero chichimeca adolorido, todos estaban librando una batalla con dolores musculares y procesos estomacales que habían aromatizado el ambiente con fragancias hediondas marca "malestar estomacal" aroma "descomposición intestinal" en su versión "pedorificante" ya a la venta. Mi primer síntoma fue un revoltijo en el estómago, acompañado de sudoración debido a que el clima artificial del autobús de la compañía "dos palabras que parecen ser una" estaba mal regulado, como si el conductor hubiera pensado por un momento que transportaba pollos en lugar de humanos y debería de mantenerlos a como diera lugar a una temperatura cercana a la cocción. Con esfuerzo logré rodear a la masa acompañante que me bloqueaba la ventanilla, y debo recalcar que no fue una pelea fácil. Para poder llegar a la cortina tuve que estirar mi brazo sin tocar el cuerpo que poseía ese aparato respiratorio poderoso. Después tuve que recorrer con cautela esa cortina evitando ayudar a los demás guerreros en su lucha contra el sueño. Es obvio que si algún guerrero chichimeca es interrumpido en tan peligrosa hazaña, su humor no sería para nada amigable. Al tercer intento logré recorrer la cortina y ¡Gracias! Benditos camiones de la compañía "dos palabras que parecen ser una", tienen otra cortina que asemeja una cuadrícula que evita pasar los rayos de luz. Me rendí. Reconocí la derrota. Volví a mi asiento y me dispuse a devorar mis sagrados "para nada nutritivos" alimentos. Tanto esfuerzo me dio hambre. De pronto no supe si era mi imaginación, pero dejé de sentir movimiento. Era como si fuera transportado por una carroza hecha de nubes.


Como 10 minutos después, mi compañero de lucha ganó su batalla personal contra Morfeo y él mismo abrió la cortina de cuadrícula, dejando así pasar los rayos de luz. Pude notar que no era mi imaginación, era una realidad y estábamos en medio de un embotellamiento. Rápidamente me dije a mi mismo, bienvenido a la capital "siglas". Ese fue la parte más larga del trayecto. Iba sólo con el ojo pelón. Una pelusa aquí. Una colilla de cigarro allá. Un espeluznante ronquido acullá. Una persona aromatizando la vulgar taza del excusado y dejando una estela del delicioso aroma marca anteriormente mencionada. Una vuelta de rueda. Otra pelusa más allá. Fue aburrido, y lo peor era que el sueño había sido vencido rudamente por la poderosa fuerza de mi vigilia. No había nada que hacer. Fue la media hora más larga de toda la semana. Eso pensé yo erróneamente, ya que era martes y en los días posteriores sufriría un tedio peor, pero en ese momento no lo sabía. Finalmente me percaté que había tierra a la vista. Por algún recuerdo de la infancia reconocí esos bulevares familiares. Baches. Segundos pisos. Mega construcciones. Edificios. Ruido de bocinas. Automóviles frenando. Personas buscando llegar a algún lado. Y de repente, frente a nosotros, la estación de autobuses. Tomé mis cosas e hice fila para descender. No avanzaba rápido. ¡Qué lentitud! pensé. Al llegar a la puerta vi que un guardia con una curiosa maquinita revisaba a los aguerridos chichimecas de arriba a abajo. Mi turno llegó, y después de que la maquinita me dio autorización, otro guardia me toqueteó de arriba a abajo. Considerado mi escaso contacto humano, en ese momento no me molestó, era un protocolo de seguridad, me preocupé cuando vi en otros autobuses a las mujeres siendo toqueteadas por personal masculino a causa de la escasez de guardias femeninos. A mí me fue bien, pensé. Total, no a la discriminación, si a la seguridad. Mi siguiente parada era el metro. Iba con suficiente tiempo. No deseaba perder mi derecho a examen por una estupidez como me había sucedido con anterioridad. Traté de conseguir un mapa, sin embargo era demasiado temprano y el kiosco de ayuda e información turística estaba cerrado. Me armé de valor y salí corriendo de la estación de autobuses hacia la estación del metro y me detuve a observar un mapa. Listo. Tengo experiencia en esto, me convencí a mi mismo. No es tan difícil, reflexioné. Y en realidad no lo era, solo tenía que tomar dos líneas, primero la color "sol" y después la color "naturaleza". Me acerqué a comprar mis tolkens, o mejor conocidos como tickets en el idioma evolucionado de Cervantes. No eran para nada caros, soltanto due pesos, dije con demasiada alegría. Me subí a la línea del metro correspondiente. Me senté tranquilamente. Había mucho espacio. A las dos estaciones me bajé para poder transbordar a la línea color "naturaleza", o "jade" para los que no me comprendan. La estación es conocida como "la raza", palabra que nunca más en mi vida podría olvidar, LA RAZA... Pero aún en ese momento no me era para nada significativa. Caminé por todo un pasillo lleno de ciencia. Estaba rodeado de tranquilidad, imágenes de animales, plantas y volcanes, astros y constelaciones brillantes con luz UV, y pocas personas. Bajé escaleras y seguí indicaciones. Vi mapas. Llegué a la zona de transbordo. Un escalón. Veinte escalones. Treinta escalones. Veo unos estudiantes. Veo muchas cabezas. Cuarenta escalones. Veo demasiada gente, esto me aterra. Cincuenta y cuatro escalones y ya llegué. Cientos de personas. ¿De dónde salieron tantas? ¿La ciencia encontró un método veloz de reproducción humana? ¡Y luego dicen que no hemos sufrido una explosión demográfica!, pensé mientras observaba a los cientos de personas esperando en el andén la llegada del metro. Me abrí paso como pude. Codazos. Arañazos. Recordé mis épocas de educación básica cuando cargaba semejante mochilota y tapaba el camino a todos los peatones. Ahora yo me había convertido en un peatón. Sufrí moretones por mochilazos. Llegue a la zona segura más cercana y me recargué en un anuncio publicitario de "no recuerdo que". Analicé la situación viendo a las personas, tratando de estudiar sus movimientos. A donde fueres haz lo que vieres. Observé con cautela los patrones de comportamiento humano. Estudiantes de secundaria. Trabajadores vestidos de traje. Enfermeras. Estudiantes de medicina. Desvelados de la parranda de inicio de semana. Esperé. Esperé. Esperé. Pasó media hora. Esto es raro, pensé. Tengo tiempo, tranquilo, voy con tiempo, me dije a mí mismo. De repente sucedió lo inesperado. Llegó el metro. Inesperado porque jamás creí que me tocaría la fortuna de ser recibido por un incidente casi azaroso, pero muy común para los capitalinos, que consistió en un pequeñisimo retardo anunciado por una para nada sutil voz femenina casi mecanizada. Sí, claro, 30 minutos, dije irónicamente antes de reflexionar que en el país de los mexicas un "pequeño retardo" tiene un margen de tolerance de un minuto hasta dos horas. Al fin llegaba. Se acercaba. Me sentía excitado. Era feliz. Fue ahí cuando supe que había llegado a la capital mexica. Fue ahí cuando vi a la rara parvada de águilas -rara porque siempre andan solas- tratando de devorar esa serpiente color naranja, mientras ésta había ya devorado, no nopales, pero sí "indios verdes" que alcancé a distinguir en su interior. Sí, sin duda era la capital. En ese momento era cuando tenía que aplicar lo aprendido. Sabía que no estaba bien hacerlo pero, si todos lo hacían, yo también lo debía de hacer. Era eso, y la incertidumbre de no saber cuánto tiempo demoraría la siguiente serpiente en llegar. Me dejé llevar como la corriente arrastra piedras y animales muertos. Me dejé succionar al hocico del animal. Justo en el momento en que ingresé, éste cerró su boca y nadie más pudo ingresar. Estaba lleno. Ya no le cabía ni un bocado más. Y la travesía en la serpiente comenzó...
10 Responses
  1. FernanDo Says:

    jaja wow me encantó la asociación del monstruo, que gráfica!

    muy buena historia guerrero chichimeca, esperaré con ansia su próxima entrega..

    Saludos


  2. Sara Says:

    jajaja ay ulises súper bien tu narrativa jajaja me divierte leerte.


  3. Unknown Says:

    Increíble tu habilidad para hacer estas analogías de un día normal en el metro con guerreros chichimecas y la cultura indígena mexicana en sí. Muy buen relato. Sigo leyendo...


  4. KaWoRuTaTy Says:

    jajaja siiii!!! La psicosis despierta en situaciones así!!! ahaha

    SAROLA!!! Y EDGAR!!! que bueno que les divierte haha almenos ahora es un asunto risible y no que en el momento en que sucede sólo te queda soportar y estar con la incertidumbre de que va a pasar!! hahahaha


  5. KaWoRuTaTy Says:

    Si karnaleiro! ahi viene el climax del porque surgio todo este asunto de la travesía chichimeca hahahaha


  6. Revis Says:

    Ja ja y sube de tono la narracion aderezada por hedores de descomposicion intestinal je je


  7. KaWoRuTaTy Says:

    HAHAHA Muxos tenankius!! REVIS Acabo de conocer tu identidad!! buuuuuh!!!! uno k se pierde en el mar de las despistadeces!!! y tu blog????????????????????????????????????? ¿por k entre y no vi nada? ya estoy ciegooooooooooooo


  8. Revis Says:

    Ja ja creo que ya tuviste exito con mi blog, ahora si estaremos en muucha comunicacion y hurgaremos nuestros cerebros muajaja


  9. nomade Says:

    uli tienes que ser taaaaaaaaaan espcifico coneso del aroma osea guacala es como si de verdad lo estuviera oliendo!!!!!!!!!!!!!


  10. KaWoRuTaTy Says:

    HAHAHAHA osea ivonnaa imagínate como me fue a mi!!!!!! k me tocó en persona!! Ay pero si asi pasa cuando viajas por horas con gente k ni conoces y de pilón dormidos!!!

    IIIIAC


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